Si ya viajar tiene sus particularidades, cada país tiene su zona horaria. En ocasiones, hasta varias. Y si esto no es suficiente, hay países que adelantan/retrasan sus relojes en primavera y otoño. A continuación te ofrecemos algunos consejos para que este cambio de hora no te pasen factura en tu viaje. Y recuerda: el horario del vuelo es siempre el del país de salida y la hora de llegada es la hora local en el país de destino.
Antes incluso de planear tu viaje, ten en cuenta las diferencias horarias en tu país/países de destino. Por ejemplo, Estados Unidos tiene hasta 5 horas diferentes: dos de ellas pertenecen a Hawaii y Alaska, mientras que el resto del territorio cuenta con 3 zonas.
Esto quiere decir que si tomas tu avión en Chicago a las 13 horas, son las 14 en Denver: la hora de llegada se incrementa en una hora, así que ten en cuenta que la duración de tu trayecto no es “tan larga”.
Sucede lo mismo si viajas al revés: puede que cojas tu avión en Indianápolis a las 17 horas y llegues a la misma hora a Nashville… ¡Recuerda que el teletransporte aún no existe! En conclusión, recuerda que la hora de salida/llegada de tu vuelo es hora local. En vuelos con escalas, esto también es importante.
El pulso de cada país, incluso región o ciudad, es diferente. Hay aeropuertos y estaciones con servicio de transporte público y servicio de restauración 24 horas. Pero debes comprobar que los aeropuertos o estaciones más pequeñas o en lugares donde no es costumbre dar servicio a partir de ciertas horas, te dan esa posibilidad. Quedarse tirado una noche en un aeropuerto semi desierto o tener que pagar un taxi que no teníamos planteado en nuestro presupuesto nunca es plato de buen gusto.
De la misma manera, es bueno cerciorarse con anterioridad de los horarios de check-in y check-out de los hoteles para no llevarnos sorpresas. Y por último, informarse de los horarios de hostelería y comercio es básico: nos ayudará a organizarnos las jornadas del viaje y aprovechar al máximo el tiempo. Si no, el viajero siempre tiene en la recámara un establecimiento con cocina abierta 24 horas. O una máquina de vending.
Y nunca está de más recordar que llegar con suficiente antelación es un seguro de vida: nos da la oportunidad de reaccionar y soluciona cualquier imprevisto que podemos encontrar en nuestro camino.
Y ahora viene el más difícil todavía: los propios países cambian su hora de manera interna. Pero no debes preocuparte. Lo más importante es estar informado de cuándo y cómo se produce ese cambio de hora.
Pero si no estás al día con los cambios de hora, puedes llegar tarde (o muy temprano) a coger tu avión o tren o retrasarte o adelantarte demasiado a la hora de dejar tu habitación de hotel. De nuevo, organizarse correctamente y llegar con antelación pueden salvarte la vida.
La tecnología puede ser un aliado en estos cambios de hora o de zona horaria. La mayoría de los smartphones tiene ya sistema de localización geográfica (GPS), que modifican la hora en función del lugar donde te encuentres, algo que facilita bastante la cosa. ¡Ojo con las zonas fronterizas! Que tu hora puede variar en cada curva de la carretera… Estos sistemas ya tienen interiorizado los cambios de hora de un país, pero nunca está de más asegurarse de que estos cambios son automáticos y así despreocuparse.
Eso sí, la tarea de programar alarmas y avisos para despertarte, facturar, etc… corre de tu cuenta. De nuevo, comprueba que introduces las horas correctas (locales). Y también ten en cuenta el horario de tu país si vas a llamar a casa a contar lo bien que lo estás pasando en la ceremonia del té: igual son las 4 de la madrugada y tu llamada no es del todo bienvenida
No podemos olvidarnos de los efectos que los cambios de hora tiene en nuestro organismo, el temido jet-lag: cansancio, irritabilidad, apatía, ansiedad o insomnio. Nuestro cuerpo se descompasa con el ciclo de luz del día y no todos experimentan los mismos síntomas. Y lo peor: a la ida nos pillan recién llegados a nuestro destino y pueden llegar a impedir que disfrutemos de las primeras horas o días allí.
Ajustar las comidas al nuevo horario también ayuda a reducir el jet-lag. Pero hazlo con mesura: no te recomendamos despertarse a las 5 de la mañana para cenar un plato de cocido, pero si te hace ilusión, no somos quienes para impedírtelo.
Unas buenas gafas de sol también son indispensables: la luz suele resultar bastante molesta. Y por último, te dejamos una app desarrollada por la Universidad de Michigan que te informa de cuándo exponerse a la luz para minimizar el impacto del jet-lag.
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